Viva

Vivan los vestidos.
Viva mi fijación con los lunares.
Vivan los vestidos y faldas con vuelo.
Viva la combinación de gris y rojo.
Viva la tez pálida.

Mañanera

Cualquiera que se metiera esta mañana en mi mente Dios sabe qué pensaría, tal vez ''qué guay se cree, se piensa que está metida en una película y que todo gira en torno a ella''. Puede que sí, de esas historias que tienen final feliz, que pasan malos ratos (pero que muy malos), fracasan, incluso a veces están al borde de la muerte, pero el final feliz existe. A lo mejor me dió por pensar así porque me parece la manera más adecuada, la manera más adecuada para salir adelante o porque siento que así hay algún objetivo en todo esto, aunque sea el simple hecho de averiguar que pasará al día siguiente.
El caso es que todo esto me hizo darme cuenta de todos los detalles, hasta de los más pequeños. Me llevó a observar, a fijarme en absolutamente todo: el ruido de la plancha, el dolor de mis encías por el cambio de temperatura con la leche de la nevera, la voz cansada de mi madre acabada de despertarse en el piso de arriba, los grumitos del cola cao flotando que serían abordados por mi cuchara, las galletas magulladas recorriendo mi esófago y que la madre de Phineas y Ferb salió en sus años mozos con Doofenshmirtz. Y a valorar todo esto, a valorar que bajen a la cocina a gritarme con acento venezolano ''¡Buenos días chuchi!'' sonriéndome dándome cuénta de que importo, subiéndoseme la autoestima de una manera bestial.
Me sentí cómo una idiota. Me sentí feliz.
Los recuerdos significan más para mí que los vestidos.
Ana Frank

Monroe

Había ingresado en aquel lugar por su propia voluntad y sabía que se enfrentaba a meses encerrada allí, pero nadie le dijo que tenía que aguantar las miradas de todos aquellos médicos a través de la pequeña ventanita de la puerta.
Se hallaba sentada en la única silla que había en esa habitación minúscula, con la cabeza baja, dejando que la gravedad actuase sobre su pelo rubio corto y brillante, escuchando los murmuros y susurros de las personas que se encontraban tras la puerta. Elevó la cabeza suavemente creando así un silencio aterrador. Tras su pelo destacaban sus labios pintados de un rojo intenso y sus ojos oscuros que se clavaban sobre los rostros de médicos, perodistas y demás cotillas. Sonrió y sus manos de uñas rojas se desplazaron de detrás de la silla a encimade sus piernas.
¿Ahora les doy miedo? Porque hace un rato si no me equivoco se reían de mí ¿o no? - se puso en pie y comenzó a caminar hacia la puerta lentamente- O tal vez no se reían y.. y simplemente sonreían. ¿Es así señores? ¿Su felicidad es proporcional a las desgracias de los demás? - La gente estaba anonadada ante el habla de aquella mujer que no había emitido ningún sonido durante tres días.- Ah no... cierto, lo que quieren es una exclusiva ¿verdad? Quieren un titular en portada ''Marilyn la loca'', sólo les importa su vida y nada más ¿verdad?- esta última vez había alzado un poco más el tono de voz- ¡Respóndanme maldita sea! - se abalanzó sobre la puerta y la gente se apartó de ella asustada- ¡Creen que estoy loca! ¡Es más: ustedes quieren que yo esté loca! ¡Es eso lo que quieren! ¡¿O prefieren un suicidio repentino?! ¡¿Eh?! ¡¿Lo prefieren?! - se acercó aceleradamente hasta el espejo y lo rompió de un puñetazo, se agachó y cogió del suelo un pedazo que había caído. Lo acercó a su muñeca.

Dori ♥

Amarillo

Estaba sumida en las aventuras de Peter Parker cuando llamaron al timbre. Se levantó del sofá tras un resoplido, cerró el cómic y lo dejó caer sobre la mesita de cristal escuchándose así un ruido que semejó la rotura del mueble. Soltó su moño mal recogido mientras el timbre volvía a sonar.
-¡Ya voy, ya voy!
Sacudió su pelo un poco y esquivó la mesita y el otro sofá. Salió del salón y atrevesó el pasillo para llegar hasta la puerta. Cuando abrió se encontró con un hombre con camisa blanca y pantalones negros. En su camisa llevaba una tarjetita sujetada por una pinza que rezaba sobre un fondo verde'' Floristería Alba'' y debajo ''Manolo''. En su brazo derecho sujetaba un ramo enorme de tulipanes amarillos.
-¿Es usted la señorita Rita?
Ella estaba tan sorprendida que casi no escuchó la pregunta.
-S..sí sí.- tartamudeó.
-Bien, esto es para usted. La tarjeta esta aquí- dijo indicandóle un rincón del conjunto de tallos de los tulipanes.
-Ah.. vale.. mu.. muchas gracias.
-De..- el señor no pudo acabar por que Rita estaba ensimismada y le había cerrado la puerta en las narices.
Volió al salón, se sentó y allí abrió la tarjeta.
Serás siempre mi sinfonía.
Cerró los ojos y alzó la cabeza, comenzó a sumergirse en un mundo de tulipanes amarillos en los que Jhon se hallaba acostado y esperando a que ella se tumbara a su lado. Abrió los ojos sobresaltada y sacudió la cabeza. Cogió el teléfono y marcó.
-¿Paul? Si.. emn.. ¿Recuerdas que me dijiste que te llamara si tenía una crisis? .... Exacto... ajá, otro verso letal.
Ya lo dijo Thomas A. Eddison  No fallé, sólo encontré 10.000 maneras que no funcionaron.

Rosas de madera




Cada mañana, siguiendo la rutina, ella echaba una gotita de perfume en su rosa de madera. A la vez que respiraba aquel olor la invadían los recuerdos. 

Flores

Adoro los estampados con flores.
Sea la época del año que sea siento cómo si la primavera me vistiese con sus colores, cómo si me contagiase su alegría de los días soleados y sus ganas de salir adelante en los día lluviosos.
Adoro los estampados con flores.

Por Strawberry Fields Street

¿Porqué estaba con él? ¿Porqué había escogido a aquel patético batería que ni un redoble sabía hacer? Esas eran las preguntas que Ringo se hizo cuándo paseaba con Rita por Strawberry Fields, mientras ella daba a conocer la pasión que se le había antojado de saltar sobre todos los charcos, empapando todo lo que hubiese a su alrededor. Ringo, prudente, le seguía unos metros más atrás, comprobando que le encantaban aquellos antojos infantiles que de vez en cuándo le daban y confirmando la suerte que tenía, ya que era una de las mejores etapas de su vida (tanto por Rita como por el grupo).
Rita frenó sus saltos repentinamente, una frase le había llegado a la cabeza y con ella, confusión y recuerdos de su anterior relación con Jhon.
Si me descuido me intoxicas.

Momentos con Jhon


Cósmicos y boreales, así eran los momentos de Jhon cuándo Rita estaba junto a él.
Hablaban de temas serios que se convertían en absurdos al instante y en los silencios Jhon se paraba a observar minuciosamente a Rita, aquel día tocaba su pelo.
Rita llevaba ese jueves el pelo suelto y despeinado, ondeando al ritmo del viento, ritmo que Jhon seguía.
-Si ahora me doy media vuelta y me voy ¿me sigues?

Sunglasses

Llevaba gafas de sol de color rosa fucsia y no le permitían percibir toda la luz de aquel maravilloso día. Siempre le pasó, lo veía todo más oscuro de lo que en realidad era, y aquello definía mi papel en la historia de su vida: siempre estaría en esos momentos para recordarle que se quitase sus gafas fucsias y viera el día clareado.



Las dos

Estaban reboloteando de un lado para otro.
Una escapaba, la otra le seguía.
Bailaban las dos dando vueltas.
Agitaban sus alas de felicidad.
En ese momento me pregunté:
Cuándo las mariposas se enamoran, ¿notan personas en su estómago?


Lovely Rita

Hubo una multa, una cita y una conquista de su corazón. Después de eso Rita fue introducida en el mundo de la música. Aquel chico de melena y bigote espesos, aquel chico de gafas redondeadas y a favor del movimiento hippie de la época la invitó a ser la quinta vocalista del grupo Sgt. Pepper's Hearts. Pero, cómo ocurre en cualquier historia, cuándo una chica irrumpe en un grupo de música todo se desmorona.

Un día más


Sólo una. Sólo sacarle una foto, así no tendría por qué volverle a ver en persona. Exacto, esa era la solución. Saqué mi cámara y le quité la tapa al objetivo.
-¿Qué haces?- me dijo él desde abajo.
-Sacarte una foto.
-¿No era que estabas triste? ¿Cuándo te pones triste sacas fotos?
-No- dije pulsando con mi dedo índice el botón. Miré en la pantallita cómo había quedado la foto.
-¿Qué tal salí?
-La verdad...- la verdad era que sus ojos brillaban más que nunca, que sus labios carnosos pedían que saboreara su dulzura, que su nariz quería rozarse con la mía y que su pelo quería estar enredado entre mis dedos.- La verdad es que no saliste muy bien, déjame sacarte otra.
Volví a mirar por el objetivo y a enfocarle, pero él apartó la cámara y se hizo con ella.
-Déjame verla...
.. ¡Pero si salgo genial! ¿Porqué me mientes?
-Bueno, pero déjame sacarte otra- no podía olvidarle viendo aquella foto. Le saqué la cámara de las manos.
-¿Porqué te avergüenzas?- dijo acariciándome el hombro.
-¿Yo? Yo no me avergüenzo de nada.
-¿Y porqué te pusiste como un tomate?- dijo acercándose.
-¿Yo?... Vaya... No... No me di cuenta...- mientras yo tartamuedeaba el se acercaba más y más. Mi punta de la nariz ya rozaba la suya y el olor de su champú de frutas se intensificó.

Señor Blanco

Mi personalidad no me permitía dejar que Joe matara al Señor Naranja y estaba seguro de que la personalidad del Señor Naranja no le permitía ser el traidor.
A Joe le había afectado todo esto, y apuntaba a Naranja.
Yo apuntaba a Joe y El Amable me apuntaba a mí por si me atrevía a disparar a su padre.
Rosa nos intentaba tranquilizar y arreglar las cosas. No fue capaz, los tres disparamos y los tres caímos.
Sangrando, me arrastré cómo pude hasta mi amigo, que estaba a punto de morir junto conmigo. Los dos nos retorcíamos de dolor y nos lamentábamos.
Comencé a ver borroso, a desequilibrarme. Comencé a morir.
-Lo siento..- dijo Naranja.
Las alarmas de la policía se escuchaban cada vez más cerca.
-..soy poli.
Intenté gritar, pero casi no pude. Decidí gastar mis últimos esfuerzos en colocar el arma en su cabeza.
La policía entró en aquel lugar.
-¡Suelte el arma! ¡No le dispare!- gritaban apuntándome.
Pero apreté el gatillo, después lo hicieron ellos.

Favoritismo

Entré en la cafetería y me dirigí corriendo a la mesa de siempre pese a lo exhausta que estaba.
-¡Hola papi!- lo abracé y le dí los catorce besos que le daba cada dos semanas. Él sonrió, acercó mi cabeza a la suya y me besó la frente. Yo me senté en mi silla y él apagó su cigarrillo.
-¿Qué tal te va todo?- yo resoplé- Vaya, veo que hay novedades ¿hay buenas y malas o sólo malas?
-Bueno.. hay una que tú te la puedes tomar mal.
-Empieza por la que es mala seguro.
-Estoy harta de mamá.
-Pero eso dices siempre.
-Pero esta vez nos enfadamos mucho. Ya sé que te digo lo mismo siempre, pero esta vez se puso cómo una loca.
-¿Cómo una loca?
-Sí, empezó a gritarme que no me convenía nada seguir viéndote, que eras una horrible persona y una mala influencia y que si quería verte me tendría que buscar yo la vida, por que ella no me iba a llevar a ningún sitio.
-Vaya.. sigue guárdandome rencor.
-¿Qué esperabas?
-Ya.. ¿Entonces viniste en tren?
-Sí.. no me quedó otra... Pero no quiero volver, papá. Estoy harta de que cada dos semanas me diga lo mismo, y sólo lo dice por celos.
-No creo que Amanda esté celosa.
-¡Sí que lo está! Es obvio que te aprecio más a ti y que me llevo mejor contigo, es mi madre y claro que la quiero pero... - hice una pausa y me sinceré- te prefiero a tí.
Él bajó la vista a su café con cara triste.
-Sinceramente, prefería no saber eso.
Ahora bajé la vista yo, resignada. Luego alcé la cabeza y me acerqué a la barra.

Prudence

 Su camiseta sonaba a Beatles y sus pantalones cortos acompañaban el ritmo junto con sus zapatillas ya gastadas, Prudence no podía frenarse ni dejar de bailar al son de aquella música que le daba ánimos a observar aquel nuevo día.
Correteaba por entre los bancos del parque sacando miles de fotos, estrenando nueva cámara. Se subía a los bancos, volvía a bajarse, se agachaba, poco más se metía debajo de ellos y luego me enseñaba las fotos, orgullosa y feliz de su trabajo.

Plantón

Llevaba un vestido gris con flores y unas zapatillas azul claro para informalizar, su cazadora marrón estaba colgada en la silla. El pelo lo llevaba mal recogido en un moño y tenía los ojos maquillados. Estaba sentada en una mesa de aquel rincón de París aún con la esperanza de que no le hubiesen dado plantón.
Se escucharon aplausos,
-¡Gracias!- dijo el vocalista del grupo del escenario-¡Muchas gracias chicos! Ahora va una lenta para las parejitas ¿sí?- se escucharon más aplausos, algunos oooooh y muy pocos abucheos- ¡Esto es Reiniciar! ¡Aquí! ¡Para vosotros! ¡Los Piratas!- más aplausos y gritos. La canción empezó y las parejas comenzaron a salir a bailar cariñosamente.
De repente un chico se acercó a la mesa de ella. En su pelo lucía una cresta de un rubio platino de una altura considerable, uno de los piercings se encontraba en labio inferior y el otro en su nariz. Era más bien paliducho y en su cuello había un tatuaje que no se lograba distinguir muy bien debido al cuello alto de la chaqueta. Apagó el cigarrillo en el cenicero que había sobre la mesa.
-Lady Marmalade, voulez vous?

La niñez de él (Ellos III)

-Me estoy acordando de cuándo eras pequeño.
-¿Porqué?- dijo sonriendo y girándose hacia ella.
-Esa camisa es muy parecida a una que tenías- ella aún miraba hacia el cielo oscuro y despejado- Tengo la imagen de ti grabada en mi mente: doblado de la risa porque me habías placado,- él rió- con tus gafotas casi más grandes que tú. Tu pelo fino y despeinado, con un montón de hierba en la cabeza de haber rodado por el césped. Tu nariz pequeñita y tus ojos brillantes entrecerrados.
-¿Tenía los ojos brillantes?
- Y los tienes, ¿nunca te lo dijo nadie?
-No, no creo que nadie se fijara en mí tan minuciosamente- ella se sonrojó, pero en la oscuridad él no lo apreciaría- aunque claro, tú me conoces más que nadie, supongo que es normal.
-Luís te conoce más que yo.
-¿Luís?- dijo extrañado- ¿Luís?- repitió- ¡Mi relación con Luís no es comparable con la tuya!
-¿No?
-¡No!
- Pero… con Luís también te llevas desde muy pequeños.
-Lo sé… pero.. contigo es distinto. En realidad… eres muy distinta a cualquier otra persona… -realmente no encontraba las palabras para definir con exactitud lo que sentía hacia ella.
Ella lo interpretó mal: -¿Tan rara soy?
-No eres rara, lo que pasa es que… -se quedó pensativo durante unos instantes. Ella permanecía expectante y él lo sabía, por lo que empezó a ponerse nervioso- es que eres… - El chico respiró hondo para reflexionar, y le funcionó: -Eres sumamente especial.

Llegada la mañana.

 
Era demasiado tarde para un café y demasiado pronto para un helado, pero ella pidió uno con leche y yo uno de vainilla, ya daba igual el tiempo, daba igual todo.
Ella se sentaba frente a mí, intentando buscar una excusa que pareciera verdadera, pero los hechos estaban demasiado claros. Además de que yo no estaba para mentiras (aunque no estoy muy segura de que la situación pudiera empeorar). Sin embargo todo eso le dio igual, lanzó la mentira cómo quien lanza un puñal, me atravesó.
-Yo no maté a tu padre.
Mi sangre comenzó a hervir, por suerte la camarera llegó con mi helado antes de que pudiera soltar alguna sandez que le revelara algo a mi madre.

Silbó el viento (Ellos II)

En uno de los placajes, hubo una serie de movimientos muy extraños. Él se tiró agarrándola por las piernas y ella cayó fuertemente contra el suelo. El chico se acercó arrastrándose por el césped hasta llegar a ella.

-¿Estás bien?
-Sí, es sólo que por una vez te ha salido bien el placaje- dijo ella burlándose.
Él lanzó una mirada de maldad y comenzó la fase de las cosquillas, ella reía y reía. Empezaron a rodar por todo el jardín, acabaron en un momento incómodo uno encima de otro y se apartaron tímidamente.
Los dos miraban al cielo estrellado ahora, uno al lado del otro, solamente se escuchaba silbar al viento.

Cómo niños pequeños (Ellos I)

Cualquier persona que pasara por allí pensaría qué había cierto amor en el ambiente, pero no pasaba nada más que lo de todos los días. Jugaban, se perseguían el uno al otro, más tarde venía un placaje por parte de él y una huída escurridiza por parte de ella. Se tiraban continuamente por el césped de aquel jardín de siempre, aquel jardín dónde se habían divertido así desde tiempos inmemoriables, era el escenario de su infancia y de su adolescencia. Siempre se comportaron así, cómo niños pequeños, siempre se comportarían así.

Parque de atracciones

No he ido a muchos, pero me quedo con Port Aventura y me quedo con el Dragon Khan.
Me acuerdo de que tenía la sensación de que la muerte me pisaba los talones nada más montarme en el bicho aquel, y mis amigas no ayudaron a quitar la tensión: yo también me estoy muriendo de miedo .
Comenzamos a subir aquella cuesta infinita y de música de fondo se escuchaban varios millones de quiero salir y otros tantos de voy a morir. Llegamos al final de la cuesta y tengo que admitir que la vista era perfecta, pero en ese momento me fijé más en la bajada que tendría que soportar en unos segundos. Cerré los ojos y sentí el viento en mi cara fuertemente, y también noté una opresión en el diafragma. En algunos momentos no me acordé de respirar.
Pasado el primer looping escuché una voz entre todos los gritos ¡buenos días Carmich! , sólo pensaba en matarte en esos momentos.
Sufrimos otro looping, y otro, y otro más… sufrimos muchos. Pero, ¿sinceramente? lo repetiría.

Me lo volví a encontrar

Allí estaba de nuevo, amodorrado en la rama de un árbol, con los ojos prácticamente cerrados.
Decidí seguir caminando antes de que se volviera a meter conmigo, pero, nada más dar un primer paso, rompí una ramita. Aquello hizo ruido, ¿cuánto ruído hace una ramita al romperse? poco, ¿verdad? Pues esta vez provocó un estruendo.
-Waaaaaaaaaah- en efecto, despertó- ¡¿Quién ha…?! – posó sus ojos sobre mí- Aaahh, ha sido la niñata- Me repasó de arriba abajo, y luego de abajo a arriba acabando en mi cara- Mpfff.. jajajajajajaja- comenzó a reírse.
Reía, reía y reía. No paraba de reír. Tal vez no se reía de mí, igual se había acordado de uno de los chistes del sombrerero.
-¿Porqué te ríes de mí?
-¿De ti?
-Sí.
-No me rio de ti.
-Entonces ¿de qué te ríes?
- A veces no hacen falta razones para reír y te hace sentir bien.
Y, simplemente, se esfumó.

Error

Abrí la puerta y allí estaba, sin camiseta pero con unos pantalones grises de traje, el resto del traje (la camisa y la americana) estaba colocado al lado del lavabo de dónde él estaba bebiendo.

Se incorporó y se giró a coger una toalla para secarse la cara, luego se giró hacia la puerta dónde aún estaba yo petrificada. Se quitó la toalla de la cara y ví sus ojos grises, me fijé en ellos y ví que alrededor de la pupila había un montón de pintitas lilas, nunca antes había visto eso. Tenía el pelo castaño claro, corto y alborotado, y una barba de unos tres días.
Me sonrío amablemente con unos dientes perfectos para decir con una voz dulce:

-Perdona, pero… estos son los aseos de caballeros.

Aventura

Su sueño era capturar un Pokémon, así que se fue a explorar el mundo. Salió por la puerta y su aventura comenzó.
La oportunidad llegó pronto, detrás de aquel árbol se escondía y movía algo. La clave estaba en acercarse sigilosamente, y eso hizo, pero cuándo iba a sacar su pokéball del bolsillo, el bicho salío de su escondite tan veloz que sólo se alcanzó a ver una línea. Salió de aquel árbol para meterse en un matorral unos metros más lejos, y él volvió a acercarse sigilosamente ya con la pokéball en mano para que no volviera a escapar. Estaba a punto de cogerle...ya era suyo...al fin, su sueño cumplido...

-¡Juan! ¡Deja de hacer tonterías en el jardín y ven a comer!
Juan dejó rápidamente su sueño ante el temor que la voz de su madre le infundía.
Mientras el niño corría a coger sitio en la mesa, un conejo grisáceo salió del matorral.

Coge una foto y escribe

En eso consiste. Una imagen vale más que mil palabras... bueno, no es que ''valga'' más bien se podría decir que puede representar más de mil palabras. Para mí esas palabras a veces constituyen historias, historias de todo tipo, que pienso que de vez en cuando deberían ser contadas.