Mea culpa

Cualquiera que nos corte las alas será tachado de dictador.
 No obstante, hay veces que necesitamos que nos paren los pies, y aquellos que lo consigan, serán elogiados por el esfuerzo, por saber decir que no y por terminar la frase de perdidos al río con un acabaríamos todos ahogados.

Todo bien y de repente CLAC

Empujó la puerta con la bolsa de deportes al hombro y la sudadera cogida con la mano contraria. Su pelo parecía estar recogido en algo que semejaba un moño. Su cara estaba roja, y su camiseta empapada en sudor.
Dejó cerrarse la puerta sola, avanzó lo suficiente para permitir la entrada al local y se agachó para tirar todas sus pertenencias al suelo. Luego se estiró, miró al cielo ya oscuro y despejado y respiró profundamente. Apolló las manos en sus rodillas.

-¡Ey!- vocifaré con una sonrisa, vergüenza y gusto.
Llevaba planteándome aquello dos semanas. Me habían comentado que el mejor momento en el que podría hablar con ella sería después de que dejara el estrés en  el gimnasio.
Levantó la cabeza, pero su reacción no fue la que yo esperaba. Su cara comenzó a palidecerse y casi oí el CLAC que resonó en su cabeza cuando le rompí todos los esquemas.-¿Qué pasa?- pregunté.

Si no pasaron cinco minutos antes de que contestara no pasó ninguno.

-Tú.- dijo con un hilo de voz

Disfruten de su dinero.

Bullicio de salón. Vestidos de elegancia y riqueza. Pajaritas y zapatos de tacón. Mucha vida pero toda con cuento.

Una señorita fue encerrada allí por convenencia, cambiando así su vida vulgar por una adinerada. Más joven de lo que el estrés le hace aparentar, bebe champán en una copa de cristal fino y delicado aunque preferiría degustar una jarra llena de cerveza fría. Los peces gordos babean a su alrededor, provocándole repugnancia. Se limita a asentir con desinterés y a mirarse al espejo, al principio con odio, luego,cuando su memoria acogió el reflejo de su anterior vida vulgar, con una sonrisa bañada en carmín asomando por su comisura .

Pensó en alto un niño de visita al zoo.

Un anaco de cacho, de pedazo, de persona sin otro problema que las verduras de la cena. Sin clases de biología, naturales o coñecemento do medio, sólo con edad para la ingenuidad. Sin saber lo que era si quiera un mamífero.
-¡Cuántas manchas!



Sin coherencia y sin cohesión.

Señora Justicia

¿Sería todo más fácil con un fantasma que acechase, colando su alma hasta por puertas blindadas en momentos inoportunos e inesperados, encerrando al que se cruce por su camino en un gélido abrazo mientras susurra un vengativo ojo por ojo?

Malditas leyes físicas

Cogió la moneda y la dejó caer encima de la carpeta. Posó su mirada un momentito, sin expresión, no podría decir que estaba perpleja, pero aún así le comenté:
-Eso se llama gravedad.
Me echó una mirada asesina y divertida frunciendo el ceño. Volvió a coger la moneda y la dejó caer de nuevo, esta vez cazándola con la mano.
Acerqué mi mano a su hombro.
-Sigue siendo gravedad.

Respirar

Inhalar-
Aire que limpie el interior. Ocupando con alguna compañía todos los rincones manchados. Oxígeno con magia y milagros, que cure y reviva lo ya podrido.


Exhalar-
Residuos de vida. Mililitros de recuerdos y cinco gotas rojas.


Sin coherencia y sin cohesión.

Déjalo

El golpe fue seco. Seco y con una fuerza brutal. El otro boxeador cayó al suelo, inconsciente. Se supone que debería concluír el combate y nombrar al ganador, pero la humanidad de las personas no se lo permitió.
Jhon se arrodilló ante su contricante y le golpeó suacemente la cara con su guante comprobando que no reaccionaba.
El público murmuraba y algún familiar cercano soltó un grito desgarrado que hizo a Jhon girar la cabeza.
Las ambulancias ahogaron los cuchicheos con sus sirenas. El campeón se levantó y permaneció inmóvil incluso cuándo su entrenador le puso una bata sobre los hombros.


Tras recordar, Jhon se limitó a decir:
-So I stopped boxing.
-Like in movies.- respondí alegre a mi profesor de inglés.
Sus ojos se burlaron de los recuerdos prohibiendo escapar a las lágrimas.

Fleet Street

El nuevo ayudante del barbero era nueva. Y no tan nueva cómo el barbero pensaba, en realidad era Anna, la mujer del Sr. Robbinsons que tanto pasaba por delante de la barbería. Espíaba con disimulo a su amor platónico.
El Sr. Todd y su aprendiz mantenían una conversación trivial,
-What more can man require than love?- dijo el barbero en tono retórico mientras ordenaba el local antes de cerrar.
-Women.
-Ah yes women...
-Pretty women.

Lo llamaban el buque de los sueños

La esquina de la manta estaba empapada por mis lágrimas, y también parte del reposabrazos del sofá.
El Titanic se hundió en la pantalla.
El cuarteto de cuerda seguía resonando en el salón pese a la tragedia.
Rose le promtió al cadáver de Jack no rendirse jamás y luego lo dejó sumergirse en el agua helada.
Dawson, Rose Dawson.
Y el buque se reconstruyó en los sueños, a la vez que Jack. Entonces acompañaron a mis lágrimas sollozos.

Una mujer de rizos irrumpió en la habitación.
Tranquila tranquila. Que en realidad no muere. Que yo lo he visto en más pelis.

Tras unas risas y su salida, se giró la muchacha de pelo liso.
Sí, pero el Titanic se hundió de verdad.

Los puentes de Madison

Cogió algo de la guantera y yo sentí en un recuerdo su brazo rozando mis piernas. Alzó la mano derecha hasta el retrovisor y colgó de él algo.
Colgó mi cruz, y luego la sostuvo un momento en su mano. Le dió una vuelta a la cadena alrededor del retrovisor. Y dos y tres. Lentamente. Los cuatro días que había vivido con él resbalaron por mi mejilla en forma de lágrimas. Con la misma delicadeza, soltó la cruz y volvió la mano al volante.
El semáforo se puso en verde y oí la voz de Richard lejana desde el asiento del conductor: ¿A qué espera?


No sabía que se podía llorar de tal manera con una película.

En un autobús muy grande

Lleno del mundo.
Que pueda hablar en mandarín con el del asiento de delante y en suagili con el que se sienta al fondo de todo.
Y bueno, apretujémonos. Que se mezcle la cultura.

Colgad

¡Que me cuelguen los pies!


Que cuelguen acompañados.

Quiero que los pequeños detalles me saquen una sonrisa.

No hay coherencia ni cohesión.