Dime que es falso que empeñaste el reloj de Raquel


Te cansaste de crecer, tus sueños ya tardaban demasiado en llegar y te metiste en un callejón si salida. Tú, el trapecista profesional  de andar por el agudísimo filo de esta inquieta vida, perdiste el equilibrio. El que ni fracasaba ni dejaba fracasar.

''No es asunto tuyo'' Me dirás y punto. Pero yo no llegaré a aceptar la idea de no poder ayudar.
¿Cómo te has dejado llevar de esa manera? 
Nunca volveré a ser testigo de un conductor suicida.
Pasaré ya de que no te fíe ni rafa el del pub, de que vendas chapas en ciertas esquinas y de que te conozcan en cada hospital.




Ahí la tienes, la última raya del sol





Tienes manos bonitas

Deja que los demás se deleiten con tu sonrisa perfectamente blanqueada rodeada de labios carnosos. Suéltate la melena y que la vejez envidie.
No dejes que nadie al pasar te mire a los ojos, tú siempre por encima del hombro, tú debes mandar.
Sin necesidad de talento o cultura, serás alcohol y fama... 
...la reina del pop.

Almost Famous

Ladeaba su cabeza de un lado a otro, moviendo a su vez la melena rizada y rubia. Descalza, sobre el escenario del concierto concluído, bailaba en un silencio. Clavándose las espinas de rosas arrojadas por  unas grupis.
Se arrodilló y comenzó a cantar con voz dulce
Penny Lane is in my ears and in my eyes...
Volviéndose me descubrió detrás de la batería, sorprendida. Luego se rió. 
A medida que me acercaba confirmaba mi teoría sobre los barbitúricos.
-Te sangran los pies.
Se levantó sin apenas equilibrio y la sujeté entre mis brazos.
-Eres demasiado tierno para el rock and roll.- me dijo sin fuerzas pero riéndose.
Difícilmente podía respirar ya. La acosté con cuidado en el suelo.
-Te quiero- le susurré.


Litros llenos de mierda

Todo iba bien, todo iba realmente bien. Daba miedo.
El timbre alegre y poco oportuno del teléfono interrumpió las risas embotelladas de la MTV.
Un mal augurio invadió sus pulmones, la situación pareció detenerse durante una milésima eterna.
Sí... ajám... te la paso. 
Intercambió el teléfono por el mando de la televisión y pulsó el botoncito rojo cuando su hermana mayor salió de la habitación. Agudizó el oído.
Encogida, pellizcaba fuertemente su pierna, asegurando la realidad. Aquello tenía que ser falso.
Con un gesto brusco se escondió bajo la manta de colores.
Tras una explicación calmada, advirtió que sólo se trataba de puro capitalismo.