Cogió la moneda y la dejó caer encima de la carpeta. Posó su mirada un momentito, sin expresión, no podría decir que estaba perpleja, pero aún así le comenté:
-Eso se llama gravedad.
Me echó una mirada asesina y divertida frunciendo el ceño. Volvió a coger la moneda y la dejó caer de nuevo, esta vez cazándola con la mano.
Acerqué mi mano a su hombro.
-Sigue siendo gravedad.
1 comentario:
Algun día haré que desaparezca
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