Feliz año

Un año malo.
Lo comprendo. Es más, lo comprendo, lo entiendo y lo comparto. Pero es nuestra culpa. Maldita sea esa culpa siempre nuestra ¿verdad? Hay que saber como tomarse las cosas chicos, y es verdad que a veces hay que resurgir de cenizas, pero se resurge. Hay que saber plantarse, fruncirle el ceño a los malos episodios y sonreirle a esas páginas nuevas en blanco.
Me gusta esa actitud. Me gusta esa actitud que no se nota de gente que pasa desapercibida. Me encantan esos héroes del día a día, callados e introvertidos, que de vez en cuando cierran los ojos para disfrutar y sentir entera y completamente ese paso adelante que dan, ese pisotón que le dan a la vida que dice algo así como un "aquí estoy de nuevo".
Vivir así no se lo puede permitir cualquiera. No a todo el mundo le es concedido el don de ser tan fuerte. Así nacemos la mayoría, debiluchos y arrugados. Yo misma salí ya llorando, no hizo falta ni cachetada. Pero tranquilos, que ya me ha dado cachetadas la vida como a todos. Al fin y al cabo, en eso consiste la vida ¿no?, la cachetada que no te mata te hace más fuerte (algo parecido oí por ahí); y entonces, por deducción, inducción o, si me apuras, reducción al absurdo, supongo que el año que no te mata, te hace más fuerte.
De esta manera, concluyendo si se puede esta reflexión o monólogo, no me queda más que dar la enhorabuena por ese mal año, mal mes o mal día, te has hecho fuerte.



Keep calm, August is here.

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