Litros llenos de mierda

Todo iba bien, todo iba realmente bien. Daba miedo.
El timbre alegre y poco oportuno del teléfono interrumpió las risas embotelladas de la MTV.
Un mal augurio invadió sus pulmones, la situación pareció detenerse durante una milésima eterna.
Sí... ajám... te la paso. 
Intercambió el teléfono por el mando de la televisión y pulsó el botoncito rojo cuando su hermana mayor salió de la habitación. Agudizó el oído.
Encogida, pellizcaba fuertemente su pierna, asegurando la realidad. Aquello tenía que ser falso.
Con un gesto brusco se escondió bajo la manta de colores.
Tras una explicación calmada, advirtió que sólo se trataba de puro capitalismo.

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