Un día más


Sólo una. Sólo sacarle una foto, así no tendría por qué volverle a ver en persona. Exacto, esa era la solución. Saqué mi cámara y le quité la tapa al objetivo.
-¿Qué haces?- me dijo él desde abajo.
-Sacarte una foto.
-¿No era que estabas triste? ¿Cuándo te pones triste sacas fotos?
-No- dije pulsando con mi dedo índice el botón. Miré en la pantallita cómo había quedado la foto.
-¿Qué tal salí?
-La verdad...- la verdad era que sus ojos brillaban más que nunca, que sus labios carnosos pedían que saboreara su dulzura, que su nariz quería rozarse con la mía y que su pelo quería estar enredado entre mis dedos.- La verdad es que no saliste muy bien, déjame sacarte otra.
Volví a mirar por el objetivo y a enfocarle, pero él apartó la cámara y se hizo con ella.
-Déjame verla...
.. ¡Pero si salgo genial! ¿Porqué me mientes?
-Bueno, pero déjame sacarte otra- no podía olvidarle viendo aquella foto. Le saqué la cámara de las manos.
-¿Porqué te avergüenzas?- dijo acariciándome el hombro.
-¿Yo? Yo no me avergüenzo de nada.
-¿Y porqué te pusiste como un tomate?- dijo acercándose.
-¿Yo?... Vaya... No... No me di cuenta...- mientras yo tartamuedeaba el se acercaba más y más. Mi punta de la nariz ya rozaba la suya y el olor de su champú de frutas se intensificó.

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