Todo bien y de repente CLAC

Empujó la puerta con la bolsa de deportes al hombro y la sudadera cogida con la mano contraria. Su pelo parecía estar recogido en algo que semejaba un moño. Su cara estaba roja, y su camiseta empapada en sudor.
Dejó cerrarse la puerta sola, avanzó lo suficiente para permitir la entrada al local y se agachó para tirar todas sus pertenencias al suelo. Luego se estiró, miró al cielo ya oscuro y despejado y respiró profundamente. Apolló las manos en sus rodillas.

-¡Ey!- vocifaré con una sonrisa, vergüenza y gusto.
Llevaba planteándome aquello dos semanas. Me habían comentado que el mejor momento en el que podría hablar con ella sería después de que dejara el estrés en  el gimnasio.
Levantó la cabeza, pero su reacción no fue la que yo esperaba. Su cara comenzó a palidecerse y casi oí el CLAC que resonó en su cabeza cuando le rompí todos los esquemas.-¿Qué pasa?- pregunté.

Si no pasaron cinco minutos antes de que contestara no pasó ninguno.

-Tú.- dijo con un hilo de voz

3 comentarios:

Cel dijo...

"-qué pasa?
-Tú"

A veces no pasa nada, sino alguien.


Un bichiño :*

La mala de la película dijo...

Si no pasaron cinco minutos antes de que contestara no pasó ninguno.
me encanta esa frase^^

Paula Sánchez Álvarez dijo...

Crash.

Uno, dos, tres...
Recaída.
Crash ++