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-Prometiste que me acompañarías.

Después de cincuenta años casados, tuvo que acordarse ahora.
Yo siempre cumplo mi palabra así que no me quedó otra que subirme. Llené mis viejos pulmones de aire y el olor de la tapicería me recordó 1952. Acaricié el asiento, estaba tal y como lo recordaba.
-¿Y bien?
Espera que diga mi frase.
Le miro a los ojos, le beso y Arranca el Ford.

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