Favoritismo

Entré en la cafetería y me dirigí corriendo a la mesa de siempre pese a lo exhausta que estaba.
-¡Hola papi!- lo abracé y le dí los catorce besos que le daba cada dos semanas. Él sonrió, acercó mi cabeza a la suya y me besó la frente. Yo me senté en mi silla y él apagó su cigarrillo.
-¿Qué tal te va todo?- yo resoplé- Vaya, veo que hay novedades ¿hay buenas y malas o sólo malas?
-Bueno.. hay una que tú te la puedes tomar mal.
-Empieza por la que es mala seguro.
-Estoy harta de mamá.
-Pero eso dices siempre.
-Pero esta vez nos enfadamos mucho. Ya sé que te digo lo mismo siempre, pero esta vez se puso cómo una loca.
-¿Cómo una loca?
-Sí, empezó a gritarme que no me convenía nada seguir viéndote, que eras una horrible persona y una mala influencia y que si quería verte me tendría que buscar yo la vida, por que ella no me iba a llevar a ningún sitio.
-Vaya.. sigue guárdandome rencor.
-¿Qué esperabas?
-Ya.. ¿Entonces viniste en tren?
-Sí.. no me quedó otra... Pero no quiero volver, papá. Estoy harta de que cada dos semanas me diga lo mismo, y sólo lo dice por celos.
-No creo que Amanda esté celosa.
-¡Sí que lo está! Es obvio que te aprecio más a ti y que me llevo mejor contigo, es mi madre y claro que la quiero pero... - hice una pausa y me sinceré- te prefiero a tí.
Él bajó la vista a su café con cara triste.
-Sinceramente, prefería no saber eso.
Ahora bajé la vista yo, resignada. Luego alcé la cabeza y me acerqué a la barra.

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