Un simple cambio.

Allí estábamos. La guitarra, tú y yo. La guitarra estaba en tu regazo, dejando que de vez en cuando algunas notas se escapasen. Nosotros estábamos sentados en mitad de la carretera, si alguno de nuestros padres pasara por allí nos gritaría hippies de mierda. Pero nadie se atrevía nunca a interrumpir la soledad de aquel asfalto pedregoso, más que nosotros. Tú te sentabas a un lado de la línea discontinua y mal pintada, yo al otro. Y un sonido acústico comenzaba a llenar e invadir mis oídos.

Ahora el asfalto es uniforme, la línea ya no tiene imperfecciones y los coches pasan a más de 100 km por hora. Odio la actual autopista. La música de tu guitarra ha sido substituída por la contaminación acústica de los coches. La calidez de tus ojos color miel ha sido substituída por las manchas de colores de coches, pasando a una velocidad extrema.

No hay comentarios: